Querida Isabella,
Permíteme contarte la historia de
una joven llamada María, quien vivía en una ciudad moderna y bulliciosa. A
pesar de llevar una vida ocupada y llena de responsabilidades, María sentía un
vacío interior que sus logros externos no podían llenar. Buscaba la felicidad
en cosas materiales, en el reconocimiento de los demás y en el éxito
profesional, pero nunca parecía ser suficiente.
Un día, mientras buscaba
distracción en las redes sociales, encontró una cita de Epicteto que decía:
“Encuentra la felicidad en tu interior y serás invencible”. Esta frase resonó
en ella de una manera profunda y se preguntó qué significaba realmente encontrar
la felicidad interna.
Decidida a descubrirlo, María
emprendió un viaje de autoconocimiento. Comenzó a practicar la gratitud
diariamente, escribiendo en un diario todo aquello por lo que estaba
agradecida. Además, dedicó tiempo a la meditación y la introspección,
escuchando sus propias necesidades y sentimientos.
Con el paso del tiempo, María
experimentó un cambio interno. Descubrió una sensación de tranquilidad y
felicidad que no dependía de factores externos. Se dio cuenta de que la
verdadera felicidad residía en su conexión consigo misma, no en las posesiones
materiales ni en la aprobación de los demás.
A medida que cultivaba su
felicidad interna, María se sintió más fuerte y segura de sí misma. Ya no se
dejaba influenciar por las perspectivas de los demás ni por los obstáculos
externos. Había descubierto en sí misma una fuente de poder que la hacía
invencible ante cualquier adversidad.
Reflexionando al final de su
viaje, comprendió que la verdadera y duradera felicidad se encuentra dentro de
nosotros, no en el mundo exterior. Cuando aprendemos a encontrar la paz y la
felicidad en nuestro interior, nos volvemos invencibles frente a las pruebas y
tribulaciones de la vida. La felicidad no se encuentra fuera de ti; está dentro
de ti, esperando ser descubierta y cultivada.
Así que, querida Isabella,
atesora cada momento y busca la felicidad en tu interior. Solo entonces serás
verdaderamente invencible.
Con afecto, José Véliz